Proteger la cultura corporativa a través del caos

cultura corporativa

A medida que la economía crece, las empresas se ven obligadas a tomar decisiones difíciles. Pero incluso en medio de ajustes y cambios, es importante proteger la cultura corporativa. Una cultura sólida es el alma de una empresa e impulsa el compromiso, la innovación y la productividad de los empleados.

¿Qué constituye la cultura de una empresa? Va más allá de carteles motivacionales, almuerzos de equipo o retiros anuales. La cultura de una organización consiste en el comportamiento colectivo, los valores, los rituales, la ética y el espíritu que están integrados en la estructura misma de sus operaciones. Impulsa el sentido de significado, pertenencia y propósito de las personas. La cultura consta de reglas escritas y no escritas que guían las decisiones y el comportamiento. Estos son los empleados que unen el adhesivo social, impulsando el compromiso, la innovación y la satisfacción más allá del salario y los beneficios. La cultura es el alma de la empresa: la esencia de quiénes somos y qué representamos.

Durante una recesión, la cultura parece un lujo abstracto en el que no podemos darnos el lujo de centrarnos. Pero, de hecho, la crisis económica hace que el cultivo activo de la cultura sea más importante que nunca. Estudios rigurosos muestran que las empresas que mantienen culturas sólidas superan dramáticamente al mercado durante las recesiones. Según Gallup, el compromiso de los empleados está directa e inextricablemente vinculado a la satisfacción del cliente. En promedio, los equipos más comprometidos tienen calificaciones de clientes un 10 por ciento más altas, ganancias un 22 por ciento más altas y una productividad un 21 por ciento más alta que los equipos menos comprometidos.

Entonces, ¿cómo pueden los líderes inteligentes proteger y mejorar la cultura corporativa en este clima?

En primer lugar, la comunicación clara, coherente y compasiva es clave. Los rumores pueden extenderse como la pólvora, la especulación se dispara y la confianza se erosiona rápidamente sin una transparencia proactiva por parte de los líderes. Los encuentros públicos íntimos y habituales que explican el panorama económico en términos firmes pero solidarios, al tiempo que invitan al diálogo y la retroalimentación, están lejos de terminar. Aunque los cambios dolorosos son inevitables, tratar a las personas con dignidad y empatía demuestra una mayordomía compasiva. Fortalece la fe en el liderazgo, vacuna la cultura contra el cinismo y el aislamiento.

Por supuesto, la administración cultural es más que un liderazgo ejecutivo: es una responsabilidad compartida en todos los niveles. Mientras que los altos directivos marcan la pauta, los mandos intermedios y los empleados de primera línea dan forma a las experiencias diarias a través de sus acciones. Necesitamos empoderar a todas las personas para que sean portadoras de cultura, brindándoles capacitación y recursos para defender los valores frente a la adversidad. Cuando toda la organización se centra en proteger la cultura, se convierte en nuestra estrella del norte colectiva que guía las decisiones grandes y pequeñas. Al distribuir la responsabilidad entre todas las partes interesadas, las empresas obtienen una estabilidad que ningún líder por sí solo puede proporcionar. Una crisis revela quiénes somos en esencia, por lo que debemos unirnos para defender nuestro ADN cultural.

La verdad acerca de las recesiones es que con presupuestos ajustados, algunos cambios son inevitables. Sin embargo, en lugar de ignorar cautelosamente el hacha, los líderes inteligentes están reexaminando el gasto a través del lente del alineamiento cultural. ¿Qué actividades realmente mantienen la moral en lugar de volverse excesivas? ¿Son algunos de los fastuosos beneficios signos de una era próspera anterior? Debemos examinar no sólo las líneas de la línea sino su significado simbólico. Lo que cortamos -y con qué humanidad lo hacemos- envía un poderoso mensaje cultural.

Si bien la evolución es saludable, perseguir tendencias distorsiona la cultura. Volver a centrar constantemente los valores fundamentales proporciona coherencia en medio del cambio. ¿Nuestra brújula de servicio al cliente sigue alineada? ¿Innovación? ¿Continuar? Estos hitos nos mantienen en el rumbo a pesar de las mareas salientes.

Por supuesto, las recesiones también ofrecen oportunidades: optimizar las operaciones, revitalizar el propósito, empoderar a los líderes emergentes y salir más fuertes que nunca. Podemos involucrar a equipos multifuncionales para identificar nuevas eficiencias y al mismo tiempo preservar las bases culturales.

Con cautela y convicción, podemos navegar la agitación sin comprometer la esencia de quiénes somos y lo que representamos. La cultura es demasiado valiosa –y demasiado importante para el éxito a largo plazo– como para ser otra víctima. Ahora más que nunca, el liderazgo debe estar anclado en la apertura, la compasión y el propósito.

Y con un propósito, los líderes permanecen arraigados en la misión. Las recesiones inevitablemente exigen cambios, pero al volver a centrar la estrella del norte –su razón de ser– mantenemos la integridad cultural. La gente quiere ser parte de empresas que se guían por algo significativo, especialmente cuando otras cosas parecen inciertas. El propósito es una brújula cultural que debemos mantener firme.

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